La obra de Fernando Sánchez Castillo parte de una exploración de la historia y de las diversas manifestaciones del orden y el caos en la sociedad. Más específicamente, el artista es conocido por haber creado un gran número de obras que abordan la compleja relación que el pueblo español mantiene con el periodo de la dictadura. Miembro de una generación caracterizada por su escepticismo idealista y estética postheroica, a Sánchez Castillo le interesa encontrar en la comunidad social y artística de hoy un espacio que pueda dar cabida a ideas de utopía y revolución.
Producida en 1999 en el Valle de los Caídos, un lugar emblemático para el franquismo, la instalación hace seguimiento a una acción representada en aquel emplazamiento, delante mismo del monumento de triste fama. Consiste en una gran piedra hecha de un material ligero, utilizada durante una performance en la que dos hombres se enfrentan en una lúdica disputa, como encarnando el conflicto que aún pervive entre quienes creen que las auténticas víctimas de la guerra fueron los republicanos, y aquellos que piensan que los caídos en la lucha contra estos últimos deben considerarse mártires de la buena causa.