En relación con la importancia de la libre elección, como parte esencial de la experiencia de los visitantes de sus exposiciones, el artista belga Carsten Höller propone dos rutas diferentes por la muestra en conexión con la visión que ofrecen los dos grandes ventanales situados a los extremos del espacio expositivo. En cada uno de estos itinerarios los visitantes se encontrarán con obras que provocarán en ellos sensaciones distintas y, por tanto, experiencias muy diversas. Carsten Höller invita al espectador a activar la pieza, a interactuar con ella y, así, cada visita se convierte en una experiencia única e irrepetible.
La obra Y (2003) marca el acceso a la exposición del visitante. Se trata de una escultura en forma de Y que obliga al espectador a elegir entre dos salidas. El visitante avanza por una pasarela rodeada de círculos de luces intermitentes que, en un momento dado, se bifurca. El movimiento de las luces cambia según el camino elegido. La espiral luminosa atrae o repele al visitante y le obliga a decidir si desea seguir el movimiento de los anillos o resistirse a él. La obra provoca, desde el primer momento, una sensación de desorientación que la presencia de espejos al final contribuye a reforzar.