Regina de Miguel crea con dibujos, esculturas, fotografías y filmes unas complejas narrativas en las que analiza, desde distintas perspectivas, la relación entre el espacio (arquitectura, interiores domésticos, el lugar de la memoria) y la identidad personal, cultural o política de las personas que lo habitan. También indaga en los límites, especulativos y ficticios, que existen dentro de los objetos científicos y culturales. Su método se inspira en la investigación científica, observando con meticulosidad y arrojando luz sobre aspectos de la cultura que de otro modo permanecerían en la oscuridad.
De Miguel viaja constantemente por el mundo, con frecuencia a lugares situados en los confines de la civilización, como desiertos u otro tipo de territorios con escasa presencia humana. En 2016, tuvo ocasión de participar en una expedición científica a Isla Decepción, una isla volcánica cercana a la Antártida, donde el gobierno español mantiene una estación de investigación. El nombre de la isla procede de una mala traducción del vocablo inglés deception, engaño, con el que se bautizó el lugar al constatarse que, a pesar de su aspecto de isla normal, tenía en realidad una configuración anular, algo que los exploradores descubrieron tras pasar por el angosto estrecho que da acceso a una caldera sumergida que constituye uno de los puntos de anclaje más seguros de la zona, lo que, sumado a su localización estratégica, hizo de la isla un lugar codiciado para fines militares, pero también para el comercio y, con el paso del tiempo, para la investigación científica.
De Miguel filma la inquietante belleza de un paisaje totalmente desolado, con temperaturas extremas de frío y calor, lo que crea unas condiciones únicas en el mundo. En la isla se dan los extremófilos, formas de vida que han existido durante miles —cuando no millones— de años y que son capaces de soportar condiciones extremas de vida.
La artista juega con la idea de enfrentarse ella misma a esas durísimas condiciones tras viajar por barco por mares agitados para llegar ahí. También reflexiona sobre la condición de los seres humanos en un planeta que apenas comprenden y sobre la naturaleza evolutiva de la relación que mantienen con el entorno y las demás formas de vida al adquirir una mayor conciencia y conocimiento.
La banda sonora del filme se parece más a la de una película de terror que a la de un documental, y la voz en off ofrece un contexto narrativo a unas imágenes de una cualidad casi pictórica.
Centro Botín
Muelle de Albareda s/n,
Jardines de Pereda
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