Lo que sucede dentro de la sala es arte en vivo. Los intérpretes son la obra y de ahí que los cantantes y músicos además de cantar y tocar se muevan siguiendo unas pautas muy claras que, si permaneces el tiempo suficiente, verás que se repiten. Esto es lo que se llama una performance. La creada por Martin Creed tiene una duración de 40 minutos durante los cuales podréis disfrutar de 19 composiciones diferentes. En el trascurso de ese tiempo puedes moverte con libertad por el espacio y hacer aquello que te pida el cuerpo: sentarte, pasear, bailar, correr o cualquier acción que se despierte en ti. Así es como Martin Creed trabaja: escucha su interior y va tomando decisiones según unos parámetros que previamente se ha fijado.
Prueba de ello son los trajes de los intérpretes, todos ellos creados por el artista para la ocasión ( Works Nº 3271-3316, 3197 y 3182-3194, 2019) y que responden a unas reglas básicas que se autoimpone:
• Tejidos o prendas que ya existieran. Nada de crear tejidos nuevos para esta ocasión. Reutilización.
• Piezas de ropa que son cuadrados perfectos con ojales, botones y velcros que ofrecen mil maneras de colocarse.
• Trajes de hombre que han de vestirse del revés.
• Bolsas de organza para la cabeza con forma de bolsas de plástico corrientes.
• Zapatos iguales para todos, hechos a medida, en los que los colores no se repiten.