Assaf Gruber
JERUSALÉN, ISRAEL, 1980
Assaf Gruber habla a los niños sobre su obra en Itinerarios XXVII
La obra de Assaf Gruber, desarrollada en el contexto de la Beca de Artes Plásticas de la Fundación Botín, es el resultado de su constante investigación del modo en que la política se entrelaza con el arte y sus instituciones, y pone de manifiesto las historias humanas y los cambiantes valores ideológicos que se esconden en la «trastienda» de las instituciones culturales. En esta ocasión, la principal «protagonista» de la labor de investigación artística de Gruber es la colección de arte de vanguardia de Egidio Marzona, que abarca cerca de un millón y medio de piezas, entre las que se encuentran algunas de las obras más canónicas del siglo xx, firmadas por artistas como Man Ray, Marcel Duchamp y El Lissitzky.
Recientemente, parte de la colección de Marzona y todo su archivo fueron donados a las Staatliche Kunstsammlungen Dresden (SKD) y se han convertido en el Archivo de las Vanguardias (AdA). Las SKD son un complejo de 15 museos caracterizado por su fastuosa arquitectura barroca y sus objetos procedentes de todo el mundo, con una presencia histórica monárquica única, ya que su centro neurálgico —la Bóveda Verde [Grünes Gewölbe]— es el primer museo abierto al gran público en Europa, allá por el siglo xviii, para mostrar la riqueza y el poder de Augusto II el Fuerte, Rey de Polonia y Elector de Sajonia.
El elemento central de la obra lo constituye el documental de ficción Transient Witness (Testigo pasajero), un ensayo que fusiona y, a la vez, esconde lo íntimo de lo público en una historia en la que los actos de coleccionar y apropiarse de algo operan como sinónimos, y en la que la herencia y la pérdida se enfrentan. Desarrolla una compleja historia de ficción que discurre entre hechos históricos relacionados con el barroco y la vanguardia, el arte y su política. Se trata de una trama imaginaria sobre el traslado de los objetos desde la residencia privada de Marzona en Berlín hasta su nuevo hogar: el Japanisches Palais, un edificio rococó que pertenece a las Staatliche Kunstsammlungen Dresden (SKD). La narración se cuenta a través de los ojos de tres personajes principales: Christina, la administradora de la colección; Maurizio, el transportista de obras de arte; y Präsens, el perro del coleccionista.
La película tiene lugar el 25 de noviembre de 2019. Ese día, una serie de joyas de incalculable valor cultural fueron sustraídas de la Bóveda Verde, en Dresde, en uno de los mayores robos de arte de la historia, provocando un revuelo que sacudió toda Alemania.
En Itinerarios XXVII, Gruber presenta otras dos obras de arte que surgieron durante la producción del filme:
La escultura Präsens combina, de forma abstracta, los rasgos comunes y las inevitables diferencias del barroco y la vanguardia que coexisten en las colecciones de las SKD. Su inspiración inicial es la destacada aparición de raros corales rojos en la colección de la Bóveda Verde. El objeto de coral rojo más famoso es la estatua de la ninfa griega Dafne, realizada por el platero Abraham Jamnitzer a finales de la década de 1580. En la actualidad, la base de datos digital central de las SKD lleva su nombre. La parte inferior de la escultura de Gruber, de bronce plateado, reproduce los corales: criaturas vivas que han sido esquilmadas durante siglos tan solo para convertirse en valiosos objetos de lujo y simbolizar el poder económico y político. La parte superior de Präsens, de madera pintada, tiene la forma de la célebre hoz soviética, que fue el símbolo de los bolcheviques y el emblema de la Unión Soviética, y fue utilizada en numerosas obras de arte de vanguardia a comienzos del siglo xx por artistas tales como El Lissitzky.
La serie fotográfica Movement, realizada en el interior de la Bóveda Verde con una selección de fotografías del Archivo de las Vanguardias (AdA), contrapone estampas de manifestaciones y protestas de izquierdas con auténticos corales de la Bóveda Verde. Las fotos, tomadas en Alemania Occidental en la época del Muro de Berlín, documentan la solidaridad con el Este y la resistencia al mundo occidental. En la pieza de Gruber, las fotos y los corales cambian de lugar, a veces ocupando el centro de atención y otras veces pasando a un segundo plano, si bien mantienen siempre un diálogo entre sí: un movimiento que encarna los paradójicos significados, las sombras y las cicatrices que existen tanto dentro como fuera de los archivos y colecciones.
El conjunto de obras enfrenta a los museos de arte con su futuro papel en la sociedad a través de su metamorfoseado presente y su inesperado pasado.
