Millares te saluda al entrar en la exposición y hace una declaración de intenciones: LUZ, tal y como reza su autorretrato. La luz es una constante en su vida. Busca siempre la luz, en sentido literal y metafórico. Busca su lenguaje, su verdad, decir lo que piensa, sacar sus pensamientos y emociones y expresarlos a través del arte. Y busca la luz, el blanco, dibujando, pintando, escribiendo y gritando sin hablar. De ahí el título de esta exposición.

Millares crece en Canarias, en un tiempo en el que vivir en una isla era estar muy aislado. Sin medios de comunicación, sin internet y sin libros, Millares dibujaba todo el tiempo. Copiaba lo que veían sus ojos: paisajes, retratos, imágenes cotidianas que gustaban mucho a todo aquel que, como él, vivía sin otra influencia que el medio natural. Pero un día cayó en sus manos un libro: “La vida secreta de Salvador Dalí”. Y todo cambió. Fue consciente de que como artista tenía un poder: pintar la realidad bajo su libre interpretación. De esto nos habla el autorretrato reflejado en el espejo que puedes apreciar en la sala. ¿Lo encuentras?

A partir de ese momento empezó su investigación y con ella la búsqueda de su propio lenguaje. Innumerables visitas a los yacimientos arqueológicos, que era su pasión, y libros sobre Picasso, Miró o Van Gogh que cayeron en sus manos. Y de ahí la experimentación sobre el papel con cada uno de dichos lenguajes. ¿Eres capaz de ver las influencias en los dibujos de esta sala? Seguro que sí.

Pero Millares todavía no tenía su propio lenguaje. Quería seguir investigando, era un explorador nato y por lo tanto no podía quedarse en las islas Canarias para siempre. El camino se le quedaba corto. Así que emprendió un viaje. ¿Sabes a dónde? Si quieres seguir ve a la sala 2.