NURIA FUSTER
Alcoi, España, 1978
Don Quijote también esculpió el aire, 2012
Hierro, figura, baldosa, ventilador y aspirador
Dimensiones variables
Nuria Fuster trabaja con objetos que suele encontrar en el espacio público, la mayor parte de las veces desechos, restos de una sociedad consumista obsesionada con la idea del perfeccionamiento y en la que los productos alcanzan la obsolescencia cuando todavía cumplen su función. De hecho, muchos de los productos descartados que Fuster incorpora a sus composiciones escultóricas están en perfecto estado de funcionamiento, lo que condiciona la forma en que los utiliza en su trabajo. En su proceso de recuperación y reescenificación, Fuster se cuestiona el propio sentido de la finalidad, yendo con ello más allá de la recontextualización inherente al readymade.
En sus años de formación, cuando carecía de un espacio en donde trabajar, la artista empezó a ver la galería, no solo como un lugar de exhibición, también de producción. De ahí que sus instalaciones alcancen su condición final solo en el marco temporal de la exposición, de forma parecida a cómo se dispone el atrezo en un escenario teatral, al servicio de la trama a desarrollar por los actores. En el caso de Fuster, los protagonistas son los propios objetos seleccionados.
Sus esculturas sugieren o representan movimiento y/o transformación formal, reflejando, al mismo tiempo, la transitoriedad de un mundo en constante evolución, pero subrayando también su cualidad efímera, la contingencia de su propia obsolescencia. En Don Quijote también esculpió el aire, Fuster usa, literalmente, un personaje para dotar a la instalación de una trama teatral. El conjunto se compone de una plancha de hierro que funciona como una especie de cortina y pantalla, y de un aspirador que lanza aire hacia las aspas de lo que, de otro modo, no sería sino un inane ventilador industrial. La efigie del célebre personaje cervantino transforma el ventilador en molino de viento y activa la instalación, convertida en una especie de paisaje.